La playa

“Espero que puedas perdonarme por no haber sabido ser la compañera de vida que mereces, por no haber estado a la altura de tu amor. Te pido perdón por el daño que te voy a causar, pero necesito marcharme a esa playa con la que llevo soñando tanto tiempo. No tienes culpa de nada, mi amor. Te quiero.”
Firmó la carta y la besó como algo sagrado. Se sentó en la cama. Las pastillas habían empezado a hacer efecto. Un sueño dulce y definitivo se abría paso con rapidez. Ingirió el veneno y se dispuso a cruzar la orilla sin un ápice de miedo.


Cristina Ruiz Gallardo, 14 de noviembre 2016

Mi cielo


Sigo observando mi trocito de cielo desde todos los ángulos imaginables. Sereno, templado y luminoso, me recibe y me consuela cuando las cosas no van como deberían. Respiro profundamente y cierro los ojos por un instante. Me estiro en la cama y me quedo muy callada, mientras el aire entra y sale a un ritmo lento, apenas perceptible. De pronto, se remueve y se despierta. Pestañea varias veces y, con los ojos entornados, me mira y me sonríe. Alarga la mano y me acaricia la mejilla.
-Buenos días mi cielo –murmura.

-Buenos días.



Cristina Ruiz Gallardo, 08.11.2016, Barcelona